En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge pasaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Cuando se disolvió la reunión, muchos judíos y prosélitos practicantes seguían a Pablo y a Bernabé, los cuales hablaban con ellos exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios.
El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a escuchar la palabra de Dios. Los judíos, al ver tanta gente, se enfurecieron y se opusieron con blasfemias a lo que Pablo decía. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda libertad: «A vosotros había que anunciar antes que a nadie la palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos vamos a los paganos. Así nos lo mandó el Señor: Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra».
Los paganos, al oírlo, se llenaron de alegría y aplaudieron la palabra del Señor; y todos los que estaban destinados a la vida eterna abrazaron la fe.
La palabra del Señor se difundía por todo el país. Pero los judíos soliviantaron a las mujeres religiosas y nobles y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los echaron de su territorio. Éstos sacudieron el polvo de sus pies contra ellos y se fueron a Iconio. Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Hch 13,14.43-52
Salmo Responsorial
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R
Sabed que el Señor es Dios: |
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R |
Sl 99,2-3.5 (R.: 3c)
Lectura del libro del Apocalipsis
Yo, Juan, vi aparecer una gran muchedumbre, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua. Estaban en pie delante del trono de Dios y delante del cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Uno de los ancianos me dijo: «Ésos son los supervivientes de la gran persecución, y han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; el que está sentado en el trono los cobijará bajo su tienda. Ellos ya no tendrán más hambre ni sed; no sentirán más el fuego ardiente del sol; porque el ángel que está en medio del trono será su pastor y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios enjugará todas las lágrimas de sus ojos.»
Ap 7,9.14b-17
Lectura del santo Evangelio según Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
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